En el corazón del valle del Supe, a tan solo 182 kilómetros al norte de Lima, se encuentra Caral, un lugar donde el viento no solo acaricia las antiguas pirámides de piedra, sino que también susurra historias de una de las civilizaciones más antiguas de América. Este sitio, que data de hace más de cinco mil años, celebra su 31 aniversario desde su descubrimiento arqueológico moderno, un evento que no solo destaca el valor científico de la investigación, sino también la importancia de preservar un legado cultural que ha perdurado a través del tiempo.
Entre los guardianes de esta historia se encuentra Dino Agurto, un guía turístico cuya vida ha estado entrelazada con la de Caral desde hace más de cuatro décadas. Originario de Piura, Agurto ha dedicado su vida a la conservación y transmisión de la memoria de esta ciudad sagrada, convirtiéndose en un referente para quienes buscan entender la riqueza cultural de la civilización que la habitó.
La conexión de Dino Agurto con Caral
Dino Agurto se acercó por primera vez a Caral cuando las excavaciones estaban apenas comenzando. Desde entonces, ha sido testigo del crecimiento y la transformación del sitio arqueológico. «He estado trabajando aquí durante 26 años», comparte con orgullo. Su trayectoria comenzó como auxiliar en el área de excavación y ha evolucionado hasta convertirse en coordinador y maestro en gestión turística.
La labor de Agurto no solo se limita a guiar a los visitantes; él también es un formador de nuevos intérpretes culturales. Su trabajo abarca varias áreas, como:
- Auxiliar de excavación.
- Técnico laboral de investigación.
- Relaciones comunitarias.
- Guía oficial de la institución.
- Coordinador en la zona de recepción.
- Instructor en talleres de guías turísticos.
Esta multifacética carrera refleja la dedicación de Agurto a la preservación del legado de Caral, un compromiso que trasciende su papel como guía y se convierte en un vínculo esencial entre el pasado y el presente.
La importancia histórica de Caral
El descubrimiento de Caral por la arqueóloga Ruth Shady Solís en 1994 marcó un hito en la historia del Perú antiguo. Hasta ese momento, la civilización Chavín era considerada la más antigua de los Andes. Sin embargo, las dataciones radiocarbónicas realizadas en Caral revelaron su existencia desde hace aproximadamente 5,000 años, situándola junto a otras grandes civilizaciones del mundo antiguo.
Lo que distingue a Caral de otras civilizaciones es su desarrollo independiente. A pesar de su monumentalidad, la cultura caralense no estableció intercambios con otras, lo que la convierte en el primer foco civilizatorio del continente americano. Esto se evidencia en:
- Sus pirámides escalonadas.
- Las plazas circulares hundidas.
- Las complejas redes sociales y económicas que conectaban diferentes valles.
La civilización caralense prosperó entre el 3500 y el 1800 a.C., desarrollando una ciudad planificada y un gobierno que coordinaba actividades agrícolas, rituales y de intercambio.
Aspectos culturales y sociales de la civilización caralense
La sociedad de Caral no solo era avanzada en términos arquitectónicos, sino también en su apreciación por el arte, la música y la astronomía. Se han encontrado flautas hechas de huesos de aves y figuras humanas de arcilla, lo que sugiere que la cultura caralense valoraba profundamente la expresión artística. Entre los hallazgos más relevantes se encuentran:
- Instrumentos musicales.
- Restos de ceremonias rituales.
- Textiles elaborados a partir de algodón cultivado en los valles cercanos.
Un aspecto notable de esta civilización es la ausencia de evidencia bélica. No se han encontrado armas ni vestigios de guerras, lo que sugiere que sus habitantes vivían en armonía, privilegiando el intercambio y la planificación sobre el conflicto.
La evolución del sitio arqueológico y su impacto en la comunidad
A lo largo de los años, Caral ha evolucionado de ser un sitio de excavación en condiciones difíciles a convertirse en un sitio arqueológico reconocido por la UNESCO. Dino Agurto ha sido testigo de esta metamorfosis, resaltando que su institución busca el desarrollo integral y sostenible en las comunidades del valle. Esto se traduce en la creación de asociaciones de vianderas, músicos, ceramistas y más.
El modelo de participación comunitaria es fundamental. Los habitantes de la zona son integrados a talleres de capacitación, y tras un riguroso proceso de evaluación, algunos se convierten en guías o colaboradores del sitio. Agurto menciona que:
- Se capacitan a los nuevos guías durante tres o cuatro meses.
- Después, estos pasan por una evaluación con un representante del grupo o un arqueólogo.
- Se evalúa la aptitud de cada persona para brindar un servicio adecuado.
Este enfoque no solo fomenta el desarrollo local, sino que también fortalece el lazo entre los habitantes y su legado cultural.
Dino Agurto: un narrador de historias
El papel de Dino Agurto va más allá de ser un simple guía; él es un narrador de historias que conecta el pasado con el presente. Su trabajo como coordinador en la zona de recepción asegura que cada visitante no solo escuche sobre la historia, sino que también sienta su relevancia. Agurto expresa su deseo de que Caral sea conocido no solo por los peruanos, sino también por el mundo entero.
Su mensaje refleja el compromiso de una comunidad que ha visto el crecimiento del turismo y la conciencia sobre el valor del patrimonio. Más de 30 años después del descubrimiento, Caral sigue siendo un destino que atrae a miles de personas, quienes recorren sus seis pirámides principales y se adentran en la historia de una civilización pacífica y avanzada.
La arquitectura y la ingeniería en Caral
La ciudad sagrada de Caral se extiende por 66 hectáreas y forma parte de un sistema de 25 asentamientos en el valle del Supe. La ingeniería de sus construcciones sigue sorprendiendo a los expertos. Los antiguos habitantes utilizaron shicras, bolsas tejidas con fibras vegetales y llenas de piedras, para fortalecer los muros y protegerlos de los sismos. Esta técnica es objeto de estudio en la actualidad por su eficacia en la construcción antisísmica.
La organización urbana de Caral refleja una jerarquía social y política avanzada. Las pirámides, como la del Anfiteatro y la Mayor, eran utilizadas para rituales religiosos y eventos comunitarios. Alrededor de estas, las viviendas estaban distribuidas en sectores diferenciados, lo que sugiere una planificación meticulosa y un orden social más complejo de lo que se había imaginado anteriormente.
El aprendizaje y la trascendencia de Caral en la actualidad
Dino Agurto enfatiza que el aprendizaje sobre Caral nunca se detiene. Cada nueva excavación y cada hallazgo enriquecen la historia que comparte con los visitantes. «Caral es una nueva historia que ha insertado una nueva página en nuestra historia«, dice con convicción. Este enfoque hacia el futuro es vital para la continuidad de la narración cultural.
El aniversario número 31 del descubrimiento de Caral no solo celebra un logro arqueológico, sino que también simboliza la continuidad de una tarea colectiva que une el trabajo científico con la cultura y la educación. La figura de Dino Agurto representa un puente entre el pasado y el presente, un guardián que enseña, forma y protege el legado de Caral.
“Desde la ciudad más antigua de América se hace la invitación extensiva para que vengan a conocer parte de esta nueva cultura”, expresa con entusiasmo Agurto. Su compromiso y el de su equipo son evidentes; buscan que más personas reconozcan la importancia de Caral y se sientan parte de su rica historia. En cada paso por sus senderos, Caral sigue contando su historia, recordando que el primer latido civilizatorio de América se originó en este rincón del Perú.







