La historia de Rosa Clotilde Sabattini es una de esas narrativas que trascienden el tiempo, un relato donde el amor, la política y la tragedia se entrelazan de manera devastadora. Su vida, marcada por la violencia y el sufrimiento, refleja también la lucha de muchas mujeres en un contexto social y político que no les era favorable. A medida que nos adentramos en su historia, descubrimos no solo la figura de una mujer notable, sino también el impacto de sus decisiones y las consecuencias fatales del abuso.
Los inicios de Rosa Clotilde Sabattini
Rosa Clotilde Sabattini nació en 1918 en Rosario, Argentina. Hija de Amadeo Sabattini, un prominente líder del radicalismo, su vida estuvo marcada desde el principio por la política. Su padre fue un caudillo influyente en la Unión Cívica Radical (UCR), lo que condicionó su entorno y sus oportunidades desde una edad temprana.
Clotilde no solo heredó un nombre, sino también una inteligencia brillante y una belleza que llamaba la atención. A pesar de sus logros académicos, que incluyeron una licenciatura en Historia y estudios de pedagogía en Europa, a menudo se la juzgó más por su apariencia que por su capacidad intelectual.
Desde joven, Clotilde mostró un gran interés en la política y en la educación. Se convirtió en una voz activa dentro del radicalismo, apoyando a Hipólito Yrigoyen durante su mandato y convirtiéndose en la primera mujer en presidir el Primer Congreso Nacional Femenino de la UCR en 1949. En este evento, defendió la necesidad de incluir más mujeres en la política y la educación, aunque su feminismo era más moderado en comparación con figuras como Alicia Moreau de Justo.
El ascenso político y el paralelismo con Eva Perón
A medida que se afianzaba en la política, Clotilde fue comparada con Eva Perón, la emblemática figura del peronismo. Este apodo, «la Evita del radicalismo», surgió de su fuerte oposición al peronismo, que la llevó a convertirse en una figura mediática en su propio derecho. Sin embargo, la política argentina de la época era feroz y, como mujer, enfrentaba barreras adicionales que limitaban su impacto real.
Las similitudes entre ambas mujeres eran sorprendentes. Ambas habían desafiado las expectativas familiares y habían forjado relaciones con hombres mayores que ellas. La vida pública de Clotilde, sin embargo, no alcanzó la magnitud de Eva, quien se convirtió en un ícono inigualable por su trabajo social y político.
- Clotilde fue encarcelada durante un mes en 1950 por su oposición al peronismo.
- Tras su liberación, se exilió en Uruguay, donde continuó su activismo.
- En 1958, apoyó la candidatura de Arturo Frondizi, quien ganó la presidencia y la nombró presidenta del Consejo Nacional de Educación.
La vida personal de Clotilde: amor y tragedia
La vida personal de Clotilde estuvo marcada por su relación con Raúl Barón Biza, un hombre cuya influencia sería tanto su salvación como su condena. Barón Biza, un escritor de vida desenfrenada, provenía de una familia acomodada y era conocido por sus excesos. Su matrimonio con Clotilde, que se inició en 1936, se caracterizó por la violencia y la manipulación.
La pareja tuvo tres hijos: Carlos, Jorge y María Cristina. Sin embargo, su matrimonio fue una montaña rusa de separaciones y reconciliaciones, marcadas por episodios de violencia extrema. Clotilde, que intentaba establecer límites, se encontraba atrapada en un ciclo de abuso donde la amenaza constante de Barón Biza la mantenía en un estado de miedo permanente.
Un episodio trágico ocurrió en 1950, cuando Barón Biza, en un ataque de celos y furia, hirió a su cuñado Alberto Sabattini. Este incidente culminó con la encarcelación de Raúl, pero la reconciliación entre la pareja fue casi instantánea, lo que subrayó la complejidad de su relación.
El ataque que cambiólo todo: la violencia extrema
El desenlace de su relación llegó el 16 de agosto de 1964, durante una discusión por su divorcio. Barón Biza, en un acto de violencia premeditada, lanzó a Clotilde un vaso de whisky mezclado con ácido sulfúrico, desfigurando su rostro y cuerpo. Este ataque no solo le causó daño físico irreversible, sino que también marcó el inicio de una serie de suicidios en la familia.
El impacto del ataque fue devastador. Clotilde, quien había sido una figura pública y una mujer de gran fortaleza, quedó atrapada en el dolor y la desesperación. Buscó ayuda médica en Argentina e Italia, pero las numerosas cirugías no lograron restaurar su apariencia ni su estado emocional.
- Las quemaduras afectaron su rostro, manos y brazos, dejándola con cicatrices permanentes.
- El ataque afectó profundamente su salud mental, provocando episodios de depresión.
- Clotilde intentó reconstruir su vida, pero el daño psicológico fue insuperable.
La espiral trágica: suicidios en la familia
La tragedia no se detuvo con el suicidio de Raúl un día después del ataque. Clotilde, consumida por el dolor y la trauma, se quitó la vida el 25 de octubre de 1978, al lanzarse desde el mismo departamento donde sufrió el ataque. Tenía 59 años y 14 años de sufrimiento acumulado.
La historia de la familia continuó siendo sombría. Su hija menor, María Cristina, tomó la decisión de terminar con su vida diez años después, consumiendo barbitúricos. Jorge, su hijo, quien había sido testigo del ataque y las repercusiones de la tragedia, también se suicidó en 2001, a la misma edad que su madre, con la misma forma de actuar que ella.
La narrativa familiar se convirtió en una espiral descendente, marcada por la tristeza y la pérdida. Jorge Barón Biza relató esta historia en su novela El desierto y su semilla, donde utiliza la figura de su madre como una metáfora de una Argentina marcada por la violencia y el sufrimiento.
Reflexiones sobre la vida de Clotilde Sabattini
La vida de Rosa Clotilde Sabattini es un recordatorio del impacto del abuso y la violencia en las mujeres, así como de la lucha constante que enfrentan para ser reconocidas en una sociedad que muchas veces las silencia. Su historia, llena de matices y tragedias, resuena en el contexto actual, donde las voces de las mujeres continúan luchando por ser escuchadas y respetadas.
El legado de Clotilde va más allá de su política; es un símbolo de resistencia ante la adversidad y una advertencia sobre los peligros de las relaciones abusivas. Aunque su vida terminó en tragedia, su historia se mantiene viva como un llamado a la reflexión sobre la violencia de género y la importancia de la salud mental.






